lunes, octubre 21

Tomás Emiliano

Tomás es un pequeño niño de 5 años. Alegre, juguetón, travieso y al mismo tiempo, perfeccionista, malo para perder, gruñón y llorón (en muchos aspectos somos iguales). A pesar de su corta edad hay muchas cosas que él comprende y ha sabido sobrellevar a lo largo de su fugaz vida. Su mamá quedó embarazada de él a los 19 años. No fue algo planeado, sino mas bien, algo premeditado. En ningún lugar de su vida y de sus proyectos estaba Tomás, él solo apareció y se quedó. Desde que nació, ha estado dividido entre el amor a su mamá y el amor a su papá. No tenerlos juntos no significa un gran problema para él (aún), desde que tiene memoria no conoce otra realidad. Vive con sus abuelos maternos en una localidad rural, hacia el norte del país. Ahí lo tiene todo, aire puro, árboles verdes, gallos que cantan, vacas que dan leche. Todo es perfecto en su vida, va al jardín, tiene amigos, aprende y se divierte. Sin embargo, hay algo que todavía no vive o que si lo ha hecho ha sido a gotario: compartir momentos con su mamá. Como él no estaba en sus planes, a ella le costó mucho comprender lo que sucedió cuando quedó embarazada, le costó mucho entender el significado de ese acontecimiento. Siguió sus estudios en Valparaíso, viajando todos los fines de semana a ver a Tomás. "Tiempo en calidad y no en cantidad", ese era su lema para callar las voces de aquellas miradas que la acusaban de mala madre, por no haber postergado su vida tras el nacimiento del niño. Tardó en comprender este acontecimiento en su vida, hasta que finalmente algo hizo click en su corazón y desde ese día solo vive para estar con él. La madurez a veces tarda, lo importante es que llegue.
Y así la relación entre Tomás y su mamá se fortalecía a través del tiempo en esos breves instantes que estaban juntos, en esos fugaces juegos en el jardín y por sobre todo en los eternos abrazos antes de dormir (...)


Tomás Emiliano & Teddy

martes, febrero 26

Aprender a crecer

Difícil es encantarse a veces con la vida, ser capaz de crecer y mirar más allá de nuestros egoísmos infantiles.

Hoy me siento incapaz de avanzar, de alguna u otra forma atada a un presentimiento que no me permite continuar. Una tontera, una foto, una actitud, una palabra ... todo derrumba mis sueños, mi sentir, mis esperanzas.

Amar sin límites trae consigo el peligro de caer y que esa caída duela y te marque para siempre.
¿Se puede no tener miedo? ¿Se puede simplemente creer y no ver nada más?

A veces me cuesta, a veces es fácil ... todos los días no son iguales.